Algún Día Tendría que Ocurrir... y Ocurrió!



Por José Aníbal Morales Castro

Un día alguien encegueció de súbito y paulatinamente todo el pueblo se fue quedando ciego. Como se pudo constatar por los abundantes testimonios de primera mano, la ceguera era blanca y no negra como bien podría pensarse a primera vista. Y no era una ceguera metafórica, era real y visible. Ciega había quedado la gente. Si antes había estado ciega para no ver la verdad tras las mentiras difundidas por muchos medios acerca de la realidad del país, ciega para no ver las verdaderas causas de la marginación, de la miseria y de la injusticia, ahora estaba tan ciega que no podía ver ni las calles por donde otrora caminaba al menos con la seguridad de no desviarse de la ruta que conducía a las casas o a los trabajos. Ahora no podían verse ni las montañas, ni los ríos, ni los pájaros, ni los rostros de los seres más queridos. La ceguera era blanca.

Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, en la novela del Premio Nóbel de Literatura José Saramago, Ensayo Sobre la Lucidez (continuación del Ensayo sobre la Ceguera), todos fueron recuperando la visión poco a poco. Volvieron a ver las bellezas y las tristezas, el verde de las montañas y el rojo de la sangre; el azul del cielo y el verde de la esperanza.

Cuando en ese país se realizaban las elecciones para Presidente de la República,  un día muy lluvioso por cierto, la abstención amenazaba con ser la reina de la jornada, pero al llegar la tarde los ciudadanos parecieron recordar de pronto el sacrosanto deber de participar y de votar. En la noche, se produjo un sobresalto nunca antes visto, sobre todo entre los funcionarios del gobierno. El candidato oficialista y el de la oposición no sumaban más del 15%, mientras que el voto en blanco alcanzaba el 70%! Algo muy extraño estaba ocurriendo. Probablemente los ciudadanos recordaron todos de qué color era la ceguera y decidieron grabar esa imagen imborrable en las urnas. El gobierno hizo uso de todo su poder para investigar lo que estaba ocurriendo. Puso espías y denunció una posible confabulación internacional para debilitar a las autoridades que legítimamente venían gobernando el país. Una frase repetida por muchos en los corrillos que se formaban espontáneamente en cualquier lugar, fue tomada como símbolo de la maquiavélica estrategia de los subversivos: Algún día tendría que ocurrir. Se detuvo y se interrogó a los que así hablaban. De dónde habían sacado esa idea, cómo habían llegado a esa peligrosa conclusión, con quiénes estaban aliados.

De acuerdo con la Constitución, era necesario y obligatorio convocar a nuevas elecciones para el domingo siguiente. Y así se hizo. Se utilizó todo el poder del Estado para convocar a los ciudadanos a las urnas a votar por uno de los candidatos propuestos y no dejarse atraer por la subversiva estrategia del voto en blanco. Nada valió. La ceguera blanca pareció haber dejado una nívea huella en los ciudadanos y nuevamente ganó el voto en blanco,  ahora con el 83% de los votos válidos! “El desconcierto, la estupefacción, pero también la burla y el sarcasmo, barrieron el país de una punta a otra”. Definitivamente algo muy extraño estaba pasando. Ideas enfermizas se habían apoderado de los votantes. ¿Por qué la gente votaba en blanco si nunca antes había ocurrido algo así? La teoría de la conspiración contra el poder legítimamente constituido estaba demostrada, según decían los voceros del gobierno. “La patria había sido víctima de un infame atentado contra los cimientos básicos de la democracia representativa…Una carga de profundidad se había lanzado contra el sistema”. Se declaró el estado de excepción y se persiguió a los líderes de la maquiavélica estrategia. Resonaba por todas partes la frase que los agentes de la inteligencia habían convertido en símbolo de la locura ciudadana: Algún día tendría que ocurrir! Y ocurrió.

Ocurrió que el pueblo se despertó de su ceguera y vio claro el camino que debía recorrer, el camino de la verdad, de la transparencia y de la justicia. Decidió utilizar una de las herramientas que la Constitución le brindaba, siendo coherente con el ideal de la democracia participativa, no meramente representativa. Comprendió que el voto en blanco era un derecho y exigió a los gobernantes que se tuviera en cuenta. Algún día tendría que ocurrir!

Y ocurrirá!